miércoles, 1 de diciembre de 2010

Martí de la Política

Mis políticas son así, dejar la idea honrada al cuidado de la horadez de los hombres.

Es absolutamente cierto, con toda la honrada verdad que es susceptible la palabra humana -con toda la escrupulosa exactitud de quien considera un crimen alimentar esperanzas politicas que no tienen razón de existir- por el placer mezquino de hacer triunfar su vanidad ridícula, y el interés sórdido -o de disimular- su capa de fáciles combates y cómodas oposiciones, inveteradas y reales flaquezas. Y así, si se cae, se cae con una hermosa compañía.

La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condicción indispensable del éxito de todo programa político.

Ni la poítica ha de ser arte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de confianza de su pais el que mira más a parecer bien a sus adversarios -por su seguridad y gloria de hombre hávil- que a intentar realizar todas las mejoras que crea beneficiosa a su pueblo.

La política no es la ciencia de las formas, aunque sea esto en mucho; sino el arte de fundir en actividad pacífica los elementos, hetereogeneo u obstiles, de la nación, y lo primero es conocer al dedillo estos elementos, para no intentar nada que haya de chocar contra ellos, e irle acomodando gradualmente aquellas novedades foráneas que fuesen de posible y útil acomodo.

La política es bella, aunque parezca fea por lo que se le entra del interés inevitable, y su beldad está en la fatiga difícil y dolorosa de los hombres en virtud por poner a la república a salvo de los que negocian con la santidad de sus oficios.

La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la edecuación cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje, de caer sobre el enemigo, antes que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada.

Estrategia es política. Los pueblos ha de vivir criticandose, porque la crítica es la salud, pero con un solo pecho y una sola mente. Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos.

La ciencia y las letras doman las pasiones que engendra la poítica. tiempo es ya de que el efecto reemplace en la ley del mundo el odio.

Hacer de la política, no el arte de retener el govierno, ni de dar a las naciones brillo pasajero, sino de estudiar sus necesidades reales, favorecer sus institutos, y tratar del aumento y amparo de sus haberes.

Es hora ya de que la fuerza de la construcción venza en la colosal batalla humana a la fuerza de la destrucción. La guerra, que era entes el primero de los recursos, es ya hoy el último de ellos: mañana será un crimen.

Contra la razón augusta, nada. Sobre el deber de dar empleo a las fuerzas que puso en la mente la naturaleza, nada. Ni rey sobre el derecho político, ni rey sobre la conciencia. Por encima del hombre, sólo el cielo.

En plegar y moldear está el arte político. Sólo en la sideas asencieles de dignidad y libertad se debe ser espinudo, como un erizo, y recto, como un pino.

Urge ya, en estos tiempos de política de mostrador, dejar de abergonzarse de ser honrado.(...) La política virtuosa es la única útil y durable.

Política es eso: el arte de ir levantando hasta la justicia la humanidad injusta; de conciliar la fiera egoista con el angel generoso; de favorecer y de armonizar para el bien general, y con mira a la virtud, los intereses.

La diferencia política no dan derecho, entre hombres cortese y leales, a la inversión o admisión indiscreta, de publicación voluntaria, de noticas falsas.

Los hombres poíticos de estos tiempos han de tener dos épocas; la una, de derrumbe valeroso de lo innecesario, la otra, de la elaboración paciente de la sociedad futura con los reciduo del derrumbe.

Ni pueblos ni hombres han de ser medrosos que llguen a tener miedo de sí mismo. En buena hora que la política, sea la justicia, y pocas ciencias requieren tonto arte y mesura y estudio y buen gusto como ella. Pero ha de ser sinsera.

Mucho deño hace en este mundo la cobardia, mucho la ndecisión, mucho la lirica guvernamental, y la política importada.

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